lunes, 17 de octubre de 2011

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Necesito vomitar. Necesito sacar de una vez la bola amarga que se ha instalado en mi estómago. Araña, quema, jode, irrita. Es ácido, es veneno, es demasiado dulce y áspera, todo al mismo tiempo. Lleva ahí desde que me dejaste a mi aire. Desde que te fuiste sin despedirte. Qué de quién hablo? De ti por supuesto.

Y como el Gato de Cheshire sonrío, lloro, miento y me escondo. Todo a la vez. Esa sonrisa tirante, que a duras penas llega a los ojos. La que te estira de las comisuras y amenaza con desgarrártelas, con desparramar dientes y saliva. La que te forma un nudo en la garganta que te has de esforzar en tragar, mientras tras tus globos oculares te pican las lágrimas acumuladas.

Necesito que alguien me recuerde las ganas absurdas que tenía de vivir.